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Quien maneja este espacio opina que el fútbol ingles no existe, porque en realidad siguen jugando al Rugby. El fútbol italiano tampoco existe, porque en realidad juegan al tenis: El objetivo es rechazar fuerte todo lo que cruza el medio campo. El fútbol alemán tampoco existe: Corren maratones. Finalmente, opina que el fútbol Holandés, Argentino y Brasileño de los 70 y 80 no existe: Eso, eso es simplemente Fútbol.

viernes, 30 de abril de 2010

Es una religion.

Ayer un tipo sale rengueando de la cancha. Se acerca al banco, se saca el botín y las medias, y se mira el pie. Bueno, mas que pie parece una empanada. Le dieron un pisotón terrible, de esos que le hacen saltar la térmica al calenton de Agustín y, volante central rustico como es, salta en defensa de su compañero volteando los dientes del infeliz que ande de paso. Bueno, la verdad que recurrir a la reacción del rustico volante central no es indicación de nada: El pelado salta hasta por un lateral mal sacado...

Pero no, bueno, no quiero desviarme de mi relato. Pasa que el muchacho este salio del campo de juego y tuvo que ver el partido de afuera. Eso, te digo, duele mas que cincuenta pisotones como el que recibió, porque te da panorama de toda la cancha. De afuera, sin las pulsaciones a mil y sin la ceguera momentánea que te produce el rival que sale a atorarte, dispuesto a no dejarte pensar y a que elijas la peor jugada posible, podes ver la mecánica de tu equipo. En este caso, la mecánica de un equipo que, imaginate, lo tiene a un rustico como Agustín de volante central. Ay Mamita, encima que recibió terrible plancha en el empeine tiene que comerse el castigo de ver a su equipo jugar. Pero mejor no me la agarro mas con el pelado que, como ya mencione, no te conviene hacerlo enojar.

Pasa que ahí fue cuando el cerebro de este volante izquierdo hizo una conexión un tanto extraña. Ahí, sentado en el banco a un costado de la linea de cal, se acordó del Narigon Bilardo. Dicen las leyendas que el Narigon, preparándose para el mundial de México, lo sacaba a Batista, el volante central del equipo -y, pequeño paréntesis, si nuestro medio centro era rustico imaginate lo que era el Checho... aparte con esos pelos y esa barba, hoy en día no puede ni arrimarse a un aeropuerto. En fin, vuelta al punto, lo saca al Chehco Batista para para que, desde afuera y tranquilo, pueda observar y aprender los movimientos del equipo. De ese modo, sabiendo como juega tu equipo, podes pasar la bola sin mirar, podes 'jugar de memoria' como se dice, y en ese jugar de memoria le ganas un tiempo a todos, porque podes tocar de primera. Y algunos todavía piensan que la velocidad en el fútbol te la dan las piernas. Dejalos, deben vivir en una isla y se la deben pasar tirando centros a la hoya, celebrando un mundial que le robaron a Uruguay y a Rattin. Ah, y después tienen la cara lo suficientemente dura para quejarse por una Mano Divina. Claro, todo esto no es divague, no es zanata o chamullo. Esto es lo que paso por la cabeza de aquel volante zurdo y, la evocación de aquel momento Divino, mientras observaba a su equipo que no daba dos pases seguidos, le dibujo una sonrisa en el rostro y una frase en la conciencia.

"El fútbol es una Religión," pensaba, "No es, acaso, la noción básica de cualquier religión que la vida de uno debe ser dedicada al servicio del Supremo. Y en el fútbol, acaso, no pasa lo mismo? Acaso, la vida del futbolista dentro de ese rectángulo, al menos en ese lapso de 90 minutos, no esta dedicada a la pelota? Porque claro, vos tenes equipos como el nuestro, donde el jugador no esta al servicio de la pelota sino la pelota al servicio del jugador. Equipos donde Yo agarro la pelota y es la pelota la que debe ser instrumento de Mi glorificación. Equipos done la pelota, el destino y el porvenir de la suprema, es secundario a Mi gloria personal: Yo me gambeteo a cinco aunque haya un compañero libre; Yo pateo al arco aunque el arquero me haya salido a tapar y el nueve este mejor ubicado; Yo meto el gol y después no soy yo el que festeja con los compañeros: Son ellos los que tienen el honor de festejar conmigo."

Pero eso no es fútbol, y por eso a este volante zurdo le duelen mas los ojos y el alma que el pie hinchado por un pisotón asesino.

"En la cancha, lo importante es ponerse al servicio de la Suprema, o no?" Mientras piensa, algo le resuena en la cabeza. No, no es temor a que un Poder lo castigue por pensar estos pensamientos de hereje. No, es algo que no le cierra, algo que se siente mal. Uuuuhhhh, y encima los nuestros se mandaron un moco en defensa y casi nos embocan: El 10 de ellos la para en la medialuna y, como estábamos todos atrás, toca atrás con el volante central. Apenas suelta la bola, sale de la jugada, buscando la devolución en un sector menos atorado. Pasa que nuestro central lo persiguió, dejando así un hueco en la puerta del área. Un hueco que el volante diestro vio al toque, porque ahí nomas tiró una hermosa diagonal hacia donde estaba el central. El resto es historia: el volante central ve la diagonal de su compañero, toca profundo, y decí que el receptor es medio perro para la definición. Sino estamos cantando el 4-0 de ellos.

Fue ahí que le cayo la ficha al que miraba de afuera.

"No, no, claro. Lo estuve pensando mal. Como toda religión, o casi toda, el Supremo es invisible. O, al menos, es intangible y visible solo para quienes tienen una mirada como la de aquellos muchachos. El Supremo no tiene cuerpo material como aquella esfera de cuero. El Supremo es mucho mas sutil. Es mas delicado, delicioso. El supremo," piensa el lesionado volante zurdo, como revelación metafísica, "es el espacio vacío, el hueco. La bola, los jugadores, son sirvientes; acólitos y sacerdotes en búsqueda de ese Ser Supremo, eternos peregrinos buscando un Claro de Césped para ocupar. Pero si al Supremo, al Supremo de verdad, no al de la cancha, no se lo puede apurar, no se le puede exigir que se adapte a nuestros tiempos pedestres y terrenales; como, pues, vamos a pedirle al Supremo de la cancha que se adapte a nuestra impaciencia? Y si al Supremo, al de Verdad, hay que buscarlo con perseverancia, en comunidad y con humildad, observando con atención y en actitud de servicio al prójimo; como podemos pretender que al otro Supremo, al de la cancha, lo encontremos en el morfón, en el que no larga la pelota jamas? Como podemos sacar provecho del Amor infinito que es para un futbolista un claro de cancha vacío si nuestra mirada esta dedicada a nuestro pie, a nuestro sucio y feo botín, y nada mas? Con la vista clavada en el piso, no vamos a ver su Hermosura. Como podemos hacer para que el Supremo nos sonría, para que aparezca frente a nosotros la radiante Luz de un claro de césped fresco, listo para ser aprovechado por un compañero esperando una habilitación en carrera, si pensamos mas en nosotros que en el prójimo?

Que cosa," se decía el metafísico volante zurdo observando como aplastaban a sus compañeros, "si el fútbol es una religión, y los pecadores -los impacientes en la gestación, los que no largan la pelota, los que no saben moverse para arrastrar marcas y los que no son capaces de jugar con el mentón despegado del pecho- quedan condenados a alguna suerte de castigo eterno," piensa mientras un escalofrío le cruza el cuerpo, "sera el Infierno una bota vestida de azul? Y sera el Diablo un Burro en (z)unga?"

1 comentario:

  1. me divierte que tus escritos son capitulos de los simpsons, que empiezan y acaban de las maneras mas dispares. Ah! y me dijeron que el flaquito ese, Agustin, "la rompe" :)

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